La pelota no se mancha
Acontecimientos políticos de gran importancia, movimientos sociales extraordinarios, hechos que forman parte de la cultura de un país. En algunas ocasiones, nada de eso es suficiente para frenar el incesante giro de la pelota. Podrían hallarse miles de casos en los que el fútbol consigue situarse por encima de cualquier situación, pero ninguno más fresco que lo que se produce en Bwelgrado dos veces en cada temporada. En el mismo sitio en donde tienen lugar las numerosas manifestaciones por la reciente independencia de Kosovo, se disputa uno de los clásicos más tradicionales, apasionados y también violentos del mundo. Los estadios del Partizan y del Estrella Roja son cada año escenarios de nuevas ediciones del Derby Eterno, en el que volverán a verse las caras los equipos más importantes de la antigua Yogoslavia. Rodeados de un contexto político imposible de obviar, miles de serbios se dan espacio para pensar en el fútbol por un momento.
El primer enfrentamiento entre estos dos equipos tuvo lugar hace más de seis décadas, el 5 de enero de 1947. En aquella oportunidad fueron los cigani —gitanos— del Estrella Roja quienes celebraron la victoria por 4-3 sobre los grobari —sepultureros— del Partizan. Claro que nadie podría haberse imaginado, en ese momento, que un simple encuentro entre dos clubes con menos de dos años de vida llegaría a transformarse en un fenómeno multitudinario.
Ambas instituciones fueron fundadas en el año 1945, pero en situaciones diametralmente opuestas. El Estrella Roja fue creado —el 4 de marzo— por un grupo de miembros de una asociación de jóvenes anticomunistas. Pese a su origen, se eligió para el club una insignia característica del régimen reinante en ese sector de Europa por temor a sufrir algún tipo de atentado. Mientras tanto, el Partizan surgió —el 4 de octubre— como parte de la Asociación de Deportes de Yugoslavia. Fue bautizado con ese nombre en referencia a la formación militar de resistencia comunista, que luchaba contra las fuerzas del Eje durante la Segunda Guerra Mundial. Es decir, fueron enemigos irreconciliables desde el momento de su creación.
Siempre con la política de por medio, los clásicos entre gitanos y sepultureros terminaron más de una vez en serios incidentes. No será fácil olvidar el derby de octubre de 2000, disputado apenas unos días después de la caída del gobierno de Milosevic. No fueron pocos los que opinaron que los rencores por aquel acontecimiento aún eran demasiado fuertes como para pensar en el fútbol. Y no se equivocaron, porque apenas pudieron jugarse tres minutos del encuentro antes de que se desataran los disturbios, que desbordaron los límites del estadio para trasladarse a la ciudad.
Pese a la notoria superioridad del Estrella Roja en el historial, la balanza se ha ido equilibrando lentamente en los últimos años. A nivel títulos, el Partizan también pudo recortar la amplia diferencia que lo separaba de su eterno rival. De las últimas quince ediciones ligueras, ocho han sido obtenidas por los sepultureros. Los gitanos se llevaron seis, mientras que el único equipo que logró romper con la hegemonía de los dos gigantes fue el Obilic, consagrado en 1998 y actualmente penando en la tercera división. En total, los cigani poseen 25 ligas y los grobari 19. En cuanto a copas nacionales, la ventaja también está del lado de los rojiblancos: 20 contra 9.
Son muchas las manchas negras que fueron apareciendo durante el transcurso de los años. Pero la misma tinta de esas manchas es la que ha ido escribiendo la historia del Estrella Roja y el Partizan. Su existencia está íntimamente ligada a los conflictos políticos y nacionalistas desde hace décadas y será difícil separar todas estas cuestiones de la pelota. Solamente con paciencia y trabajo en unos años podría disfrutarse de un Derby Eterno sin resentimientos, sin hechos que lamentar y por supuesto sin manchas.
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